RETALES
No había llovido ningún día de nuestra estancia en Philadelphia. Para despedirse, se aliaron todos los rayos, truenos y centellas a eso de las doce de la noche.
La vi acercarse desde lejos, poco a poco fue difuminando el paisaje en su bruma y al final lo envolvió en una nube tormentosa, como si anunciara la llegada del dios Thor.
Nunca, había visto una tormenta desde un piso catorce, ni desaparecer los rascacielos de un "downtown" americano tras una nube, primero y una sólida columna de agua después.
El día despertó triste, como para decirnos adiós.
En el avión de vuelta, en ese momento mágico en que al desplazarte al Este sobre la bola del mundo, traspasas fugazmente la noche, pude disfrutar de un paisaje estremecedor, el cielo estrellado a ¿10.000 Mts? de altura, qué hermosura, y ver amanecer sobre Gran Bretaña...
Han sido 21 dias maravillosos.
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